domingo, 26 de septiembre de 2010

PILARES DE LA AUTOESTIMA (Nathaniel Branden)

La autoestima es la disposición a considerarse competente frente a los desafíos básicos de la vida y sentirse merecedor de la felicidad. Los seis pilares de la autoestima son:

1. La práctica de vivir conscientemente. Significa intentar ser consciente de todo lo que tiene que ver con nuestras acciones, propósitos, valores y metas, al máximo de nuestras capacidades, sean cuales sean y comportarnos de acuerdo con la realidad que vemos y conocemos.
2. La práctica de la aceptación de sí mismo. La autoestima es imposible sin la aceptación de sí mismo.
3. La práctica de la responsabilidad de sí mismo. Para sentirme competente para vivir y digno de la felicidad, necesito experimentar una sensación de control sobre mi vida. Esto exige estar dispuesto a asumir la responsabilidad de mis actos y del logro de mis metas.
4. La práctica de la autoafirmación. La autoafirmación significa respetar mis deseos, necesidades y valores y buscar su forma de expresión adecuada en la realidad.
5. La práctica de vivir con propósito. Vivir con propósito es utilizar nuestras facultades para la consecución de las metas que hemos elegido.
6. La práctica de la integridad personal. La integridad consiste en la integración de ideales, convicciones, normas, creencias, por una parte, y la conducta por otra. Cuando nuestra conducta es congruente con nuestros valores declarados, cuando concuerdan los ideales y la práctica, tenemos integridad.

En nosotros está la responsabilidad de tener una alta o baja autoestima; revisemos qué resultados hemos tenido hasta ahora en los diferentes aspectos de nuestra vida (una mala elección de la pareja, una profesión que no te lleva a ninguna parte, una mala organización de tu trabajo, baja resistencia a las enfermedades, etc.), esto nos servirá de parámetro para corregirnos e impulsarnos en la búsqueda de la felicidad.

lunes, 20 de septiembre de 2010

CUALQUIER TIEMPO PASADO ¿FUE MEJOR?

En varias ocasiones me he preguntado si es cierta la afirmación del conocido verso de Jorge Manrique: “Como, a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor”. A pesar de reconocer en estas palabras un fondo inexorable y el escudo perfecto de los cobardes, siempre he pensado que existía algo de verdad en ello. Hoy he encontrado el sentido real y positivo del verso, he leído que “la felicidad siempre viaja de incógnito y sólo después que ha pasado, sabemos de ella”, es decir, mientras somos felices pocas veces sabemos que lo somos y solo después que haya pasado es cuando nos damos cuenta que la habíamos encontrado. Bajo esta mirada, el tiempo “nostálgico” de Manrique pasa a ser el mejor compañero de viaje para llegar a ser feliz. Solo hay que recordar los momentos de felicidad vividos para que surjan recuerdos de vivencias compartidas con personas que apreciamos y que en ese momento seguro que no le atribuíamos la etiqueta de felicidad. Por tanto, no hay nada mejor que ser consciente de todo lo que nos provoca felicidad y para ello creer o esperar ser feliz mirando el lado positivo, pensando que al fin y al cabo somos unos afortunados. Solo debemos sonreír y evitar las adversidades teniendo cierto carácter “viva la vida” y si somos capaces de aprender a sacar el máximo partido a cada momento, a disfrutar del presente, sin saberlo estamos siendo cada vez más felices.

jueves, 16 de septiembre de 2010

LIDERA TUS EMOCIONES

La felicidad es posible encontrarla cuando comprendes que no hay un estado de completa felicidad sino momentos y situaciones que te dan felicidad. Ser líder es estar siempre dispuesto a encontrarlos y disfrutarlos.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

EL ARTE DE SER FELIZ (Arthur Schopenhauer)

Cada uno vive en un mundo diferente, y éste resulta ser diferente según la diferencia de las cabezas; conforme a ésta puede ser pobre, insípido, llano, o bien rico, interesante y significativo. Incluso la diferencia que el destino, las circunstancias y el entorno crean en el mundo de cada uno es menos importante que la primera. Además, ésta última puede cambiar en manos del azar, la primera está irrevocablemente determinada por la naturaleza.
Por eso, para bien y para mal, es mucho menos importante lo que sucede a uno en la vida que la manera en que lo experimenta, o sea el tipo y el grado de su receptividad en cualquiera de las maneras. No es razonable que a menudo uno envidie a otro por algunos sucesos interesantes en su vida; en lugar de ello debería tener envidia de la sensibilidad gracias a la cual esos sucesos parecen tan interesantes en su descripción.

(...) lo que tenemos y lo que representamos son aspectos muy secundarios frente a lo que somos (...)"

[REGLA NÚMERO 38]